¿Ansiedad? ¿Fobia? ¿Depresión? ¿Estrés? ¿Obsesiones? ¿Extrañeza de uno mismo? ¿Desorientación personal? ¿Agresividad? ¿Angustia? ¿Ideas de las que tú mismo/a te asustas?
Le pongan el nombre que le pongan: te sientes mal, (sufres).
Ese malestar que rompe tu normalidad ocurre por algún motivo.
Creas conocer o desconocer el motivo, es igual, el malestar persiste.
Todas las personas sufrimos, al igual que todos disfrutamos. Pero cuando el sufrimiento personal supera a nuestra capacidad para disfrutar y no encontramos la solución por nosotros mismos o con ayuda de aquellos en quien confiamos cada día…necesitamos ayuda extra para retomar las riendas de nuestra vida.
El médico, de cabecera o el especialista, puede ser un apoyo imprescindible dándonos indicaciones y medicamentos que alivien nuestros síntomas. Pero a veces no es suficiente –ni en ocasiones necesario.
Las terapias “psi” también pueden ayudar a orientarse y modificar ciertas conductas con las que nos maltratamos. Podremos aprender modelos de acción que habitualmente se consideran sanos.
Pero en una Consulta psicoanalítica uno se descubre a sí mismo en sus palabras. Hablar es la terapia, porque hablando se va a descubrir en uno mismo las soluciones que ya tenía pero desconocía tener, o bien va a poder inventarlas.
Tristeza profunda con pérdida del interés que previamente se tenía para realizar actividades habituales. Suelen acompañarse de inapetencia y trastornos del sueño.
Insatisfacción personal con la propia manera de ser, con ciertos rasgos o algunos comportamientos propios. Sensación de tener dificultad especial para abordar algunas situaciones importantes para uno mismo.
Ideas insistentes que impiden seguir la vida diaria y que en muchas ocasiones se acompañan de la necesidad imperiosa de realizar alguna acción, también de forma repetitiva.
Estado permanente o fluctuante de inquietud intensa que puede llegar al miedo y pánico. Incluye fobias variadas: pánico a exponerse a animales, objetos o situaciones específicas.
Cambios de humor demasiado frecuentes sin motivo aparente ni relacionado con enfermedad orgánica.
Dificultad para desarrollar el deseo sexual o responder a él, inhibición, insatisfacción sexual…
Dependencia de sustancias tóxicas o alcohol, del juego, de aparatos u otras adicciones.
Rechazo al alimento o ingestas excesivas y compulsivas, como Anorexia, Bulimia...
Bajo autocontrol, tendencia a mentir, morderse las uñas, impulsividad, impulsos agresivos contra objetos, personas o contra uno mismo, etc.
Ideas o percepciones extrañas, externas o respecto a uno mismo. Aislamiento personal, recelo excesivo respecto a la gente… Otros malestares…
Psicóloga / Psicoanalista
Inicié mi práctica profesional en Centros de Atención a Drogodependientes; pero mi interés por la complejidad y particularidad de la naturaleza humana me empujó a trabajar en un dispositivo abierto a toda la diversidad de síntomas. No sólo, pero es más fácil en la Consulta Privada, poder acercarse a los sujetos más allá de los límites que las instituciones y las etiquetas diagnósticas imponen. Me gusta ayudar al sujeto que hay detrás de una “toxicomanía”; pero también al que hay detrás de una “depresión”, una “anorexia”, un “estado de angustia”, de una “enfermedad mental”…o de cualquier otro malestar personal –aunque tampoco le haya puesto aún ningún nombre-.